Hace tiempo un anuncio preguntaba algo similar, pero referente a las nubes. Siempre me pareció algo ridículo, incluso absurdo. Ahora lo aplico al mundo empresarial… ¡y todavía lo es más! Pero la edad no perdona y la extravagancia me divierte.
Las empresas deben oler a algo, y no tiene porqué ser al producto que fabriquen. Tienen la obligación de oler a algo bueno, algo que evapore seguridad, desprenda cercanía y sobre todo honestidad y confort. Y para mí, ese olor, ese aroma, es el del caldo. Ya veis, la edad me reblandece.
Trabajo desde casa y eso tiene algún pequeño inconveniente pero sobretodo ventajas. Y una de ellas es la de poder aromatizar tu entorno de trabajo mediante alquimias culinarias al mismo tiempo que verificas cuadres de bases de ivas repercutidos y estimas como razonables las derivaciones en las cuotas del soportado. Y te sientes bien. Los cuadres cuestan pero el ambiente aromático, aparte de estimular los jugos gástricos, aporta un estado de pertenencia a un entorno profesional cómodo inigualable.
Trasladar el sentido del olfato al entorno laboral debería servir como metáfora imprescindible para sentar las bases de un clima de trabajo adecuado para todos y cada uno de los integrantes de una organización empresarial.
Caldo… os pasaré la receta si queréis, pero en otro momento que la comida me llama.